viernes, 1 de enero de 2016

Ramonot

De Mendoza emergió, incipiente, la primera moto fabricada en serie en el país. Su alumbramiento se debe al ingenio y el trabajo de un metalúrgico francés y a la astucia y "manía" de sus hijos. Paul Ramonot (1864-1941) llegó al país en 1880, y junto a un ebanista, puso en Buenos Aires un petit-atelier. Entre sus logros, se lo reconoce haber creado el motor del primer carrusel mecanizado de la "París sudamericana".
Prevenido del cólera, Ramonot se asentó en 1885 en Palmira, a 40 kilómetros de Mendoza capital. Allí, estableció un taller para dotar de enseres rurales a los trabajadores de la zona. Con los años y la prosperidad, incorporó a las bicicletas de la época un motor con diseño y fabricación propia e insumos nacionales. Lo acompañaron en la aventura sus hijos Enrique y Alberto. En un comienzo no tenía cadenas, sino correas de cuero y de goma.
Tras los buenos resultados y el repique en los oídos de los vecinos, los Ramonot decidieron ir más allá, hasta, sin saberlo, construir la primera moto latinoamericana. Una vez diseñado el motor, hicieron con tornos el resto de las piezas en su galpón de Palmira. El éxito fue tal que hasta los diarios locales adquirieron una importante flota para motorizar a los canillitas.
"El auge de las motos se dio entre 1935 y 1948", recuerda Evelina, nieta de Alberto, uno de los creadores. "Además, mis abuelos hacían todas las piezas, lo cual era un gran mérito, ya que en esa época todo venía de Europa", agrega.
Una curiosidad: el primer gobierno peronista contactó a los desarrolladores y les ofreció el capital necesario para ampliar la ingeniosa idea. La bisnieta del fundador lo asegura: "Perón les ofreció poner una fábrica, pero no aceptaron, porque tenían espíritu de inventores más que de comerciantes. Les ofrecieron el 5 por ciento de las ganancias de la fábrica y lo rechazaron. Había una concepción diferente: ellos eran inventores, no vendedores".
"Mi mamá le decía a mi papá: ¿por qué no patentan todos esos inventos?", pero tales consejos no fueron oídos por los hombres de la casa, señala Evelina. Un ejemplar de la mítica motocicleta puede visitarse en el Museo Paludet, de la capital provincial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario